martes, 28 de mayo de 2013

Transmicultura: el arte de amar y perdonar a Transmilenio




Este blog es un lugar tranquilo, ha estado viajando mucho en algunas temporadas y más bien solitario y estacionado en otras. Pero sucedió que con la entrada pasada, sin buscarlo ni anticiparlo, se abrió una puerta por donde entró un número insólito de visitantes, y con ellos sus opiniones, sugerencias, propuestas, solicitudes, insultos y flores -que agradezco por igual-. ¿Sirvió para algo ese texto? Por la salud emocional de todos mejor no hacerse esa pregunta. Lo que sí conviene, antes de pasar la página, es tratar de cerrar esa puerta -con ustedes adentro, no se vayan- o al menos de dejarla ajustada.

Bueno, pensé en una forma de dejar atrás el tema de cultura ciudadana en Transmilenio  dejándoles aquí un ladrillo de estadísticas, planes y decretos -que existen, y que igual les adjunto- para cerrar el capítulo y seguir contando historias. Pero tuve suerte, y con ella siempre se puede hacer lo uno, lo otro y demás.


Unos días después de publicada la entrada me contactó el teniente Coronel José Luis Palomino, el comandante de la Policía de Transmilenio. Me dijo que estaba de acuerdo con la mayoría de puntos del texto, y me mando fotos de gente haciendo fila muy juciosa -custodiada por un puñado de auxiliares bachilleres- y documentos que comparto al final. No los menciono en detalle porque este blog no es para eso. Esta entrada es más sobre él y sus creencias que sobre sus planes institucionales, planes que de todas formas ha estado difundiendo frenéticamente en todos los medios. Googleen su nombre si no me creen.

La historia continúa el viernes pasado cuando el Coronel Palomino y yo nos encontramos como invitados a la misma emisora para hablar de los colados en Transmilenio. Se me hizo un tipo amabilísimo. Puede ser porque lleva un mes y pico en el cargo, quién sabe. También a eso atribuyo su entusiasmo, casi contagioso, cuando habla de cultura ciudadana. 

***

"¡Al aire!"
... Yo, más allá de algunos ejemplos que llevé, repetí lo mismo, lo que escribí; el turno después fue para el Coronel. Y sacó un arsenal:

Nos repartió a mí y al conductor del programa varios fajos de fotocopias. Un folio
con los 16 mandamientos de la 'Transmicultura', un documento de aprobación de la dirección de la Policía, copias de decretos, de multas, borradores e incluso a mí me entregó un código de Policía abierto en la página de sanciones en el Sistema masivo. Además, cuando mandaban a cuñas él seguía hablando como si estuviéramos al aire. Frenesí.

Tras una hora el programa termina y el Coronel echa hacia atrás la silla y dice entre risas mientras se acomoda el kepis:

"Doctores, es que yo tengo que venir preparado. ¿Qué creyeron, que a los policías solo nos sirve la cabeza para ponernos la gorra?"

Todos en el estudio reímos, incluso Javier, el patrullero que lo acompañaba. Exagera, hasta él lo sabe. No dijo mucho más de lo que tenía en su resma de apoyo ni muy diferente de lo que ha repetido en las últimas dos semanas hasta el cansancio en radio prensa y TV. Exageró, pero tenía algo de razón: hacia el final del programa dejó verse más él que la institución.

Tomé el morral para irme y le pregunté al Coronel sí le gustaban los mimos, los payasos y las papayeras; si creía en eso para generar cultura. Sacó un Blackberry y me mostró un video largo de sus auxiliares bachilleres rapeando en la Plaza España.


Formados, 'fristaleaban' sobre no colarse, no correr, respetar el semáforo, la cebra. Mientras lo veía, él bailaba al ritmo de la música y me advertía que había rimas cojas, y que uno de los muchachos en medio del afán por caer en la sílaba correcta había recomendado detenerse con la luz verde. "¡Esto es lo que me gusta!". Reímos todos de nuevo.

Luego, el Coronel Palomino tomó de su billetera unas tarjetas de presentación. Una creo que era de teatreros. Otra de 'Todo Copas', unos raperos de Las Cruces que reivindican con mucho éxito (y en HD) el consumo de marihuana. El coronel seguramente no lo sabe, solo que una vez los vio presentarse frente a 10 mil muchachos y en sus términos eso sugiere "una enorme oportunidad". También llevaba la credencial de un saxofonista, dijo que su sueño es ponerlo en un portal de Transmilenio devengando un sueldo fijo, sin limosnas...

Volviendo al tema de los colados en Transmilenio, su conclusión fue:

"¿Por qué el hombre no peca? Por tres razones: por temor a la sanción moral, por temor a la sanción normativa, y tercero, por convicción y coherencia. Muchas gracias".

Ya fuera del aire, nos contó más detalles de la campaña y nos repartió más papeles. Hizo énfasis en la importancia de que todo eso se supiera. Por molestarlo le dije que lo estaba logrando, que lo había visto mucho faranduleando en televisión. Él, por molestarme, me dijo que en el blog había dado "un Grito de Independencia", pero que era a él al que le tocaba jugarse la cabeza si perdía la batalla. Cada uno, a su turno, soltó una carcajada...


Palomino

Uno puede leerlo fácilmente, es un policía simpático y humilde. Mientras vamos hacia la calle, me muestra otro video en el que sus auxiliares hacen 'Parkour'. Se sabe de memoria la historia y las reglas de ese 'deporte' aunque le cuesta pronunciarlo.
Dice que le gustaría ver a sus policías entrenados en eso y en Capoeira para agarrar maleantes. Yo le digo que los niños colados son pioneros de esas técnicas en Bogotá, y le recomiendo que ver las pruebas que El Tiempo sacó en un video.

Parece tener un interés auténtico en que quienes vivimos en Bogotá dejemos de ser tan guaches, o que al menos nos veamos amables. Caminaba a mi lado más bien encogiendo el los hombros y manos embolsilladas como si fuera cualquier civil. No lo es: tiene a cargo la seguridad y la convivencia de dos millones de pasajeros diarios. Es un agente de policía, pero quiere cambiar la mentalidad a los bogotanos* con arte y cultura. Hay que hacer un esfuerzo para entender eso, por eso le pregunté todo cuanto pude.

Cuando trabajó con el metro de Medellín, a Palomino se le ocurrió impulsar que este tuviera casi vida propia. Puso a unos muchachos a repetir por el sistema de sonido que "dejar salir es entrar más rápido", que "feliz día de la mujer, de la madre, del odontólogo", que "la frase del día es de Aristóteles...", que "Cultura Metro es tal cosa y tal otra...". Cuenta que les entregó el Don Quijote y otros libros a los 'chucaritos' y los puso a declamar en voz alta en las puertas de acceso. Dice que ese consentimiento distrae a la gente y al final de cuentas la tranquiliza. 

Pero Bogotá es otra historia. Educarnos como buenos ciudadanos, o más bien vigilar que lo seamos, cuesta plata. El presupuesto ideal para la policía de Transmilenio es de 19 mil millones de pesos. Con eso alcanza para hacer campañas masivas y ubicar a un patrullero y a un auxiliar en cada estación. Por ahora cuenta con 9 mil millones y, sobre su plan de Transmicultura, reconoce que está financiado con miles de buenas intenciones y, lamentablemente, cero pesos. "Hay que intentarlo, doctor", me dice el Coronel.

Se ofreció a acercarme a la oficina. Mientras esperábamos a su camioneta le ayudó a abrir la puerta a dos señoras que se bajaban de un carro, saludó de "buenos días" a cualquiera que hacía contacto visual con él. Le ayudó con una dirección a una señora y hasta esperó a que yo me acabara el cigarrillo.

"Esta es mi oficina y mi cocina", me pidió que abordara su patrulla Hyundai último modelo. Me contó que su esposa sabía que él no tenía tiempo de almorzar y que por eso le mandaba lonchera. Sacó de una bolista un sánduche y me regaló la manzana que lo acompañaba. Le pregunté por el atropellado de la troncal de Calle 13, esa semana, un caso rarísimo en el que además arrollaron a dos curiosos que chismoseaban cerca del muerto.

Cuando caí en la cuenta de lo imprudente del comentario en medio de su primer bocado del día, él respondió "¡Dicen que fue un suicidio!, pero no sé. Es que los suicidas a Tránsito no se los cuentan". Me explicó que por estadísticas más o menos, diariamente, un bogotano* "se le tira" al Transmilenio. Que a tan solo 12km/h la distancia de freno de un articulado es de 4 metros y que por eso, al menos para él, está demostrado que sea a la velocidad que sea atravesársele a un monstruo de esos es despedirse de este mundo.

                                                                             ***
El Coronel Palomino estudió Seguridad de Metros.
Aunque no fue a la universidad ha cursado "calle y solo calle", como dice. Le apasiona la cultura y el arte. Cuando la policía lo mandó a una capacitación en Madrid se achantó porque iba corto de plata y no pudo entrar a los museos y galerías. Entonces sacó unos euros y se fue a viajar en el metro, a ver cómo era que los españoles usaban su transporte masivo. Esa vez conoció Atocha, aún con vestigios del atentado del 11M. Eso lo marcó.

Mientras la camioneta avanza hacia el Centro, me cuenta que así como lo hizo en España también ha estudiado a Santiago, Londres, Milán, Glasgow, Nueva York, Buenos Aires, Lima, Chicago, Moscú, etc. Es su forma de aprender, de capacitarse. Encontró que, por sí solos, esos espacios públicos como las estaciones y los portales se convierten en obras de arte, de ingeniería. En museos vivos que exhiben la naturaleza de la gente y del lugar. Palomino sueña con tener juglares, poetas, raperos y acróbatas en Transmilenio, que nos hagan olvidar las amarguras y los afanes. Que nos expriman la mala leche.

No habla golpeado como uno esperaría de un policía, sino como un jubilado que llena crucigramas en una plaza. Me cuenta orgulloso que en vacaciones tuvo que quedarse en la casa cuidando a sus hijas, y que se dedicó con disciplina a estudiar más para encontrarle la vuelta al problema de cultura en Transmilenio. 

¿Qué leyó? ¿García Villegas, Marí Ytarte, Mockus, López Basanta, Carreño? No. Compró y desempolvó varios libros de historia universal y se encerró a 'devorar' India, Egipto y Grecia. Me dijo que lo hizo "piedra por piedra" y puede ser verdad, en un momento nuestra conversación se desvió hacia los cuarzos y las amatistas. Y luego a Guiza, el piedronón de Keops, a quién admira pero no recuerdo por qué. Y luego hablamos del 'Arte de la Guerra' de Sun Tzu, que ambos habíamos leído. Algo dijo sobre la inconveniencia de atacar posiciones en lugar de hombres y, aunque tardé en entenderlo, se estaba refiriendo a Transmilenio.

El Coronel tenía una cita con una señora e iba tarde casi una hora, pero estaba amañado hablando conmigo. Entonces llamó por el radio a su secretario y le pidió que mientras llegaba le diera a la doña tinto y huevos con cebolla y tómate, o lo que ella quisiera. Le pidió a Javier, el patrullero, que parara en el 'Umbral de la Esperanza' -vaya nombrecito- , una cigarrería que más parece un caspetico, ahí en la tercera junto a la Universidad de los Andes. Pidió tres arepas y tres Pony Maltas y seguimos hablando, de pie, en la calle, sobre  él y su Transmicultura en Transmilenio.
En esas, me toca interrumpirlo para señalarle que justo en frente de nosotros dos taxistas están a punto de encenderse. Palomino le grita Javier "¡Vaya por esos dos porque si no se matan!". Cuando vio que se podía poner feo, dejó la arepa, la Pony Malta y un billete de 50 mil en la vitrina y fue a ver.

Un man dejó rodar demasiado el taxi para arrancar y tocó al de atrás, otro taxi que manejaba un pelado de no más de 20 años. Palomino buscó la forma de hacerle entender al muchacho que era un raspón que salía con cera, pero él no escuchaba razones. Respiraba odio ese pelado, tanto que cuando arrancaron casi se vuelven estrellar doblando la esquina. El coronel le gritó desde donde estaba "¡Tranquilooo mijooo...Ayayay!". 

El "sí"

Volvió para terminar su arepa y me volteó a mirar con cara de "este es mi trabajo de todos los días". Le creo, no por ese muchacho, sino porque de verdad los bogotanos* -me incluyo de primero- vivimos con la rienda suelta. Antes de despedirme y mientras la señora de la tiendita hacia maromas para darle las vueltas al Coronel, aproveché para preguntarle si Transmilenio está o ha estado bajo una amenaza terrorista.

"Transmilenio está construido como una pista de carros en la sala de la casa. No hay barreras y se da por descontada la buena fe. Pasa el perro, el niño, el gato, la visita, el papá y todo el mundo. Podemos tratar de evitarlo toda la vida, pero es cuestión de tiempo para que alguien tome una mala decisión y se tiré todo".

Lo tomé como un "sí" largo. Cada uno de nosotros tiene a Transmilenio y a la misma ciudad bajo amenaza. Además, el Sistema está diseñado para la mitad de usuarios que lo toman, es inseguro, caro, incómodo y cada día más insuficiente. A Palomino le entusiasma su trabajo y se le nota, pero no es necesario ser pesimista para ver que con nosotros, los que vivimos aquí en medio de la inconformidad, la tendrá difícil. Estamos en un punto de desánimo que solo se me viene a la cabeza el nombre de esa tiendita en la que nos despedimos: 'El umbral de la Esperanza'. 

La Transmicultura es el arte de amar y perdonar a Transmilenio. Ojalá Palomino lo logre, ojalá el Sistema mejore y nosotros con él, quién no quisiera. Ojalá se repita en Bogotá lo que tuvo tanto éxito en Medellín. Como cuando el metro cumplió 15 años y se consiguieron 150 niñas nacidas el mismo día en que el Sistema operó por primera vez, y les hicieron fiesta de quince en las plataformas. Y Medellín feliz.

El coronel dice que cosas como esa siembran algo en los jóvenes y adultos del futuro. Por ingenuo que parezca, quiere plantar esa semilla en Bogotá. Siente que a los bogotanos* no nos enseñaron a enamorarnos de nuestra ciudad. Cada bogotano*, usted y yo, veremos si le damos el "sí", si perdonamos, si nos reconciliamos con Transmilenio y viceversa. Palomino, mientras tanto, hará las veces de Cupido y, solo por eso, hay que desearle mucha suerte.

*Bogotano: Hoy "bogotano" no es el nativo, sino el que vive en Bogotá. Es como cuando hablan de "los neoyorquinos". Solo debe haber cien mil, por ahí.

Por Andrés G. Borges
En Twitter: @palabraseca

6 comentarios:

  1. Hombre, que buena entrada (de nuevo) Yo vivo cerca al portal de las Américas y con MUCHA sorpresa veo a diario en el mismo, bastantes policías en el papel de "Vigilar y Castigar" lo cual me deja pensando si ¿SIEMPRE será necesario tener a un policía detrás de las personas para que "simulen" que tienen cultura?, y lo digo con PROPIEDAD ya que por la noche, cuando nadie "Vigila y castiga" la gente retoma su estado natural de incultura y pereza (subir escaleras no es lo de ellos)que demuestra que aquí en Bogotá la cultura no se da cómo un acto racional, sino como una obligación que "toca" (siempre y cuando esté un policía en cada esquina, y obvio, que este mismo no se encuentre chateando en su celular)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. William. Muchas gracias. Pues sí, usted lo ha dicho, estamos acostumbrados a cumplir cuando nos están viendo. La solución policiva terminará siendo un mal necesario, lo que sí le cuento es que para la Avenida Las Américas, además de poner agentes, se construirán obstáculos para salvarle la vida a los colados. Mire usted, qué ironía.

      Eliminar
    2. Andres te comento que efectivamente ya hay barreras que "impiden" a los colados que se pasen de una plataforma a otra, pero sabes que es lo que aterra, que parecemos animales, con las rejas que pusieron y aun así se las ingenian para no pagar pasaje corren por todo el portal haciendo maromas para que no los pillen y para no caerse. Y uno en el B52 tratando que esa poca TrasnmiCultura que impusieron hace unos meses los policías se cumpla, gritándole a esos colados que NO SON TRES FILAS QUE SON DOS que TENGAN CULTURA, RESPETO y demás valores, pero como Palomino dice "no nos enseñaron a enamorarnos de nuestra ciudad". Que triste es todos los días salir de mi casa a las 6:00 am, llegar al portal a las 6:25 am y lograr irme sentada en el transmilenio a las 6:45 am para llegar a mi trabajo a las 8 y aun así correr para no llegar tarde......Gracias por esas 2 entradas, me gustaron mucho y quisiera que todos los bogotanos las leyéramos y pensáramos un poquito en que no solo es el Coronel ni los policias, somos nosotros como ciudadanos.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Durante mucho tiempo defendí que las personas podían cambiar, pero los últimos días me he dado cuenta que el 98% de los usuarios de transmilenio no son más que entes irracionales, a quienes no les interesa ni su propia seguridad, sostienen la puerta, seguramente así el bus va a pasar más rápido y menos llenos, se matan por sentarse y veo con tristeza que no saben que es una fila y al parecer tienen problemas visuales pues no reconocen el color amarillo. Siempre he pensado que toda la culpa no se le puede echar al distrito ni al alcalde,porque esa es la nueva costumbre de la gente, se cae un satelite espacial y entonces dicen que es culpa del Alcade,jajaja sea quien sea; lo que sucede es que es fácil culpar a los demás y para los usuarios de transmilenio que roban pasajes y alardean de ello, que no pasan por puentes y se sientes los "vivos" los "duros" los "pilos" yo lo llamaria más bien los ladrones y perezosos, todos esos no son más que seres sin cultura, sin sentimientos, sin sensibilidad porque no son personas, con tal de entrar al bus le pasan por encima a personas de la tercera edad, se cae alguien entre el hueco que queda entre el bus y la estación lo pisotean mientras los de atrás empujan sin saber y sin importarles que ocurre, nse hacen los dormidos para no ceder una silla y nunca aprenderan que no sólo las azules se ceden. Para mi tener que usar transmilenio es una tortura y cada mañana pensaba en que por no ser como esos rufianes me inban a hacer caer o que iba a sufrir algun tipo de maltrato en la entrada, y aunque todos los días llegaba cansada y adolorida al trabajo, me decia a mi misma que no me iba a rebajar a ese estado irracional de la mayoría de usuarios de transmilenio. el día anterior a la implementación de la campaña de las filas que cuidan los bachilleres me hicieron caer me parti las uñas y tuve moretones por varios días, sentí tanta rabia y la debilidad de no poder hacer nada ante una turba inhumana que empecé a gritarle a todos los que estaban ahí y misteriosamente después de mi regaño la gente pudo entrar relativamente decentemente. Las filas logradas por los bachilleres la verdad el primer día no lo podía creer , quedé asombrada aunque en el fondo sabía que eso sólo duraría unos días, antes la gente criticaba porque los empujaban y "espichaban" ahora critican que así no van a entrar nunca, que mandan tarde los buses... y lo que me parece peor le gritan a los bachilleres que sólo tratan de hacer que la gente no se mate por entrar o peor que maten a otros, a los que no empujan; y digo que pena los buses creo yo que tienen un horario ¿no será mas bien que ellos se levantaron tarde? ,ya las filas no sirven, mientras el policia está allí, pero cuando llega el bus la muchedumbre reacciona y empujan como antes, tristemente creo que la única manera de controlar a esos seres es poner un alambre de puas ojalá electrificado porque sin policias no hay control. Hace días comprendí con un inmenso dolor que la gente no va a cambiar que somos pocos los que tratamos de hacer un ambiente sano, y que a todos los que tratamos de hacerlo nos callán, nos llaman sapos, nos golpean, nos pasan por encima y nos acaban las ilusiones. Perdí la esperanza en la humanidad y aprendí que estamos destinados a desaparecer no por que el mundo se va a acabar ni porque no vamos a tener agua sino porque se acabó la cultura,el respeto, la solidaridad la "humanidad".
    Ojalá Palomino logre algo, en realidad la ciudad está en crisis social y se requiere gente especial para solucionar los problemas que existen , no sólo en transmilenio sino en general.Espero que el no pierda la fé y sería maravilloso que existiera más gente con ideales y honestidad.

    Sé que este espacio estaba destinado para uncomentario y el mio se extendio, sé también que esto lo escribe una persona más y que no mucha gente lo va a leer pero queria mostrar una realidad, el diario vivir de una ciudad sin cultura sin nada.

    ResponderEliminar
  4. Muy buen artículo, yo ahora mismo estoy sorprendida, ya que para mi proyecto de grado, decidí hacer una investigación de cultura ciudadana en transmilenio y veo con agrado que no era la única con esta inquietud, he encontrado blogs, grupos y páginas de gente que se preocupan por lo mismo y el plan de transmicultura es una buena iniciativa. Sin embargo creo que las horas pico con policía o sin ella son un tema complejo, que no va a ser fácil de manejar, y esperen a que lleguen las lluvias... las congestiones en las estaciones de transmilenio que va a causar la gente que no se quiere mojar serán tremendas. No sólo es un problema de la gente que no es cívica, de la gente que llega a la ciudad y no la entiende y no sabe moverse en ella... es un problema de infraestructura: No hay vías de acceso, las ciclorutas están sobre el andén, los puentes peatonales son larguísimos, no tienen escaleras para agilizar el ascenso, los semáforos no tienen señalización, los buses alimentadores son insuficientes, los huecos en las calles, los trayectos largos, porque la gente vive en el sur y trabaja en el norte o viceversa.... en fin, y a eso sumémosle los malestares de la gente que no quiere aprender cultura ciudadana, que se burla de las campañas, que le importa un bledo si empuja o no, que no escucha... Se ven universitarios y colegiales de todos los estratos sociales, sentados en el piso del articulado, o colándose, lo que demuestra que en las escuelas o no se enseña o no aprenden... tal vez debería volver a ser obligatoria la clase de "urbanidad de Carreño"

    ResponderEliminar

Usted y cuántos más

También entre el cajón