martes, 27 de marzo de 2012

¿Existe la vida en martes?




Qué día de mierda es el martes. Insoportable. Nadie sabe qué pasa ahí porque en verdad nada pasa.. Tan lejos del fin de semana, tan presente el sabor del lunes. Tan incómodo vivirlo, pensarlo, asomar la cabeza el sábado y ya divisarlo. Empezarlo, incluso terminarlo.
Recordarlo con fastidio el miércoles y tener que esperarlo con resignación de condenado a muerte el domingo. Porque el lunes, día serio, con carácter, no da tiempo de pensar en la maldición que se aproxima: martes.

Todos los martes de mi almanaque están tachados desde enero. Son días muertos. Cansan más que los lunes, que los lunes de enero, que enero mismo...

Otros días tienen identidad. El miércoles tiene su día de ceniza. Y de cumbia. Y el infame 'viércoles' -como lo llaman los 'gocetas' al cabo de la cuaresma en Semana Santa. Y miércoles de fútbol para sobrellevar la mitad de la semana. Y miércoles de Baloto: mares de gente que pierde cinco mil pesos para que uno solo gane millones. Cuánta felicidad y tristeza en un solo día, cuántos sueños de martes que se derrumban, cuántos otros se construyen, se moldean, bailan en la cabeza, brincan en la almohada y vuelven a derrumbarse el siguiente miércoles. Gran día...

Y jueves. Día de revistas rosa, de columnas rosa, de conversaciones rosa. Día además de los maricas. De la última cena. De la revista 'Miércoles' de Barcelona. Pasan muchas maricadas el jueves, será por eso el día que los gays reclamaron como suyo. Pero pasan cosas, no como en martes.

Ni siquiera pasa algo el Martes 13, que es un martes de mierda como cualquier otro, con la diferencia de que no solo no pasa nada sino que no debería pasar nada. Un día para no emprender nada, para no terminar nada, para no zarpar hacia ninguna orilla, para no cerrar ni abrir negocio alguno, para no casarse -¿? como si la vida misma no estuviera diseñada para no casarse-. Qué gracia tiene el Martes 13 si uno no tiene metas qué alcanzar, botes qué navegar, dinero dónde invertir ni mujer que llevar al altar.

Sobra decir quiénes son viernes, sábado y domingo. Chicos malos, días con personalidad. Ni más ni menos...

El lugar común de odiar con nervio al lunes lo convirtió en un día importante, mencionable, memorable y otras cosas terminadas en able. Inmamable, por ejemplo, cuando es festivo. Y el lunes del zapatero. Es lunes: el día en que todo empieza a suceder menos el fútbol.

"Nos vemos el lunes", "arrancas el lunes", "mirémoslo el lunes con calma", "trabajas hasta el lunes", "usted tiene síndrome de lunes", de "lunes a viernes", "de lunes a domingo", "el lunes empiezo dieta, gimnasio, tratamiento, universidad, colegio", "Qué lunes tan largo", "hoy parece lunes" y claro, "primero fue lunes que martes"...

Maldita sea, es martes. Un desierto. Martes por Marte, por inexplorado y por inexplorable. Por aburrido, por árido y mentiroso. Ni siquiera hay marcianos en Marte: es arena el martes. ¿Existe la vida en martes? No. Es arena entre los dedos, en la punta de la lengua, en los ojos apretados, hinchados y secos por tormentas de tierra.

Día feo, irregular. Sábanas de polvo rompen en uno y se vuelven a unir atrás. Salivazos de cristales de sal y piedra. Y otro escupitajo más para sacar la sal sin sabor. Y resoplidos, y patear el lomo de una duna y echar a volar más arena. Y volver a escupir más. Luego quitarse toda esa arena de la más húmeda de las entrepiernas, y caminar mientras quema. Tratar de hacer bolitas de arena y no poder, no poder porque se diluye, como se diluye un martes. ¡Martes de mierda!

Martes de cine barato para un día barato. Nadie recuerda si algo que pasó, pasó un martes. "El 11-S fue un martes" y qué...y el Martes Negro, además de redundante -¿qué martes no es negro, qué martes no es sino un hueco?-, fue solo otro día de porquería en 1929, un año igualmente puerco.

Día borroso, sin sinestesia. Uno sabe que el lunes es rojo claro, que el miércoles es amarillo y naranja, que el jueves es marrón verdeoscuro, que el viernes es blanco con azul rey, que el sábado viene en escala de grises y que el domingo es azul oscuro con rojo y ocre.

El martes, en cambio, se ve como en pelea de mosquitos, no ofrece referencia, no tiene picos. No tiene nada. O bueno, sí: más y más desierto, tierra y arena. De arena está hecho ese día de mierda, de mierda está hecho ese día de arena.

"¿Ayer qué fue?", "¿hoy qué es?", "¿mañana qué va a ser?". "Eso cae un...lunes, miércoles...¡No!, mentiras, un...sábado", "Yo le pedí eso el... ¿lunes, miércoles?"...

¡Que nunca sea martes! Mejor "de este lunes en ocho", "de este miércoles en quince"...
¡Día sin apellido! Si no existiera el martes no pasaría nada; pero existe y existirá, con su presencia gaseosa, insufrible e impune y tampoco pasará nada. Nada que fluya pasa ahí.

Ni siquiera pasaría algo aún si uno cree que algo pasa contenido en esas fatuas veinticuatro horas. Yo, por ejemplo, pasé y no he pasado. También insufrible, también impune, gaseoso, no pasa nada conmigo. Será porque mi cuerpo esperó a nacer un aburrido 15 de julio de 1986: martes.

Andrés G. Borges
En Twitter: @palabraseca

4 comentarios:

  1. Muy buenas frases de cajón, feliz final de Martes.

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  2. He leído varias publicaciones suyas, muy buenas, un saludo. http://lemondopeye.blogspot.com/

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  3. No me importa si estoy o no de acuerdo con lo que dice, simplemente me encanta cómo lo dice/escribe. Un placer, gracias.

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